domingo, 31 de agosto de 2008

La conquista de la Luna


A mí me encanta la Luna. Adoro su piel blanca y ese lunar en forma de conejo. Sale de noche, con vestido de gala, y la veo hermosa y lejana. La acompaña una parvada de brillantes pretendientes que la rodean cortejándola, pero la muy vanidosa los desaíra y les da la espalda. De noche ilumina mi camino, y es reina absoluta de mis versos y suspiros. De día, la busco, pero no la encuentro. En su lugar está un señor viejo y muy grande que grita “¡Por mis polainas, el que manda qui soy yo!”.A veces la encuentro de día. Y le sonrío. Y sé que ella también sonríe. A veces es tanta su vanidad que de un brinco, en pleno dia, tapa el sol por unas horas como diciendo "Mírenme, aqui estoy, no me he ido". Y a veces creo que lo hace por mí. Es su culpa que este loco por ella; miro al cielo y ahi está, y la veo hasta en el reflejo del agua, y por mas que viaje me persigue. Varias veces la he invitado a cenar. Miro sus ojos de cristal sagrado, que no son solo piedra y aire. Son caricia suave, tesoro del Himalaya, lo que los hombres buscan en todos lados y nunca encuentran. Hablamos de todo, de ella, de mi, de los Beatles, del calor que hace y de la tía chofi.

Algún dia, me casaré con la Luna.