sábado, 21 de marzo de 2009

Jacarandas


Si de algo estoy agradecido es de las jacarandas. ¿Qué genio, maestro diestrísimo del color y la armonía, pudo haberlas inventado? Las jacarandas, como flores gigantes que la tierra nos regala en el mes de abril, abren, una a una, su corazón para dejar salir su luz azul o naranja que nos deslumbra y estremece.

Las jacarandas, como un claro de luna que disipa la triste noche de automóviles grises y caras demacradas de personas egoístas, se elevan gentilmente frente a los edificios burocráticos, frente a las cárceles marchitas y los parques abnegados. Aprende de las gentiles jacarandas, que sin pedir nada a cambio nos regalan racimos enteros de color apasionado.

Mi jacaranda, que es mía por expropiación tiránica de mi imaginación, se encuentra frente a mi casa. Me saluda todas las mañanas y, por las noches, me cuenta alguna historia para quedarme dormido. Sabe muchas cosas mi jacaranda, y me cuenta de los grandes imperios de hormigas que han pasado por su corteza, o la historia de amor de dos palomas que se encontraron por casualidad en una de sus ramas.

Mi jacaranda duerme en el otoño, y durante el invierno la extraño demasiado. No me puede consolar la sombra de otra jacaranda, pues ninguna es como la mía. Mi jacaranda se despierta en primavera, y hasta se hace una alfombra morada la muy vanidosa. Baña mi auto con sus flores, como queriendo que me lleve un pedazo de ella por la ciudad, para no extrañarla tanto y para presumir sus bellas flores a las demás jacarandas. Es vanidosa… Pero tiene todo el derecho de serlo.

Aunque es celosa mi jacaranda, nunca me ha reprochado cuando llego a casa oliendo a pino o a rosas. Pero deberían verla cuando huelo a pétalos de otra jacaranda. Cuando esto pasa, ya no me cuenta cuentos en la noche mi jacaranda. Se esconde entre la noche, haciéndose la que no me oye, la que le duele la cabeza. Ni siquiera tiene cabeza mi jacaranda, pero yo igual me rio de sus celos y caprichos y me duermo tranquilo; sé que al día siguiente me perdonará mi jacaranda, y que llenará mi jardín con sus flores como señal de perdón y olvido.

¿Qué sería de ésta ciudad sin jacarandas? Pasaría a ser una ciudad mediocre, como las muchas ciudades que existen en el mundo sin jacarandas (como Siberia o el Cairo). Si yo tuviera mucho dinero, mandaría plantar jacarandas en todo el mundo. Así los hombres dejarían de pelearse, o de preocuparse demasiado… Adoptaría cada quién una jacaranda, para amarla y respetarla, y esperarla los otoños e inviernos, para aguantar sus celos de jacaranda y limpiarle los bichitos que la da dañan… Para amarla y respetarla, y leer en su sombra azulada, para vestir los carros en pétalos de jacaranda y caminar sobre los tapetes que tiernamente regalan… Para amarla y respetarla hasta que nos canse la vida, y de un brinco certero caigamos al pozo que los ignorantes han llamado muerte, pero que no es más que el deseo de dormir bajo la tierra y las raíces de nuestra querida jacaranda.

martes, 17 de marzo de 2009

Yo si le soy al festival de cine




A mi me encanta el cine, por lo que durante el 19 al 27 de marzo en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara le estaré dando gusto al gusto cinéfio. El FICG, que es el festival de cine más importante de Latinoamérica, es una excelente oportunidad para ver otro tipo de cine y descubrir cintas difíciles de ver o que apenas están buscando distribuidor.

Para empezar, me gustó mucho el cartel para este año. Las revolucionarias son sexys. Que mejor que una adelita buscando el encuadre. Hasta compré un poster en la feria de libro, que pegué (a falta de marco) enfrente de donde guardo mis películas.

Ayer me la pasé examinando todas y cada una de las películas que se exibirán en el festival y me sorprendió ver que muchas de ellas son cintas ganadoras de festivales importantes como Cannes. Hay mucha variedad y calidad... Hay tanta que uno se vuelve loco tratando de escoger que películas ir a ver. Es como un niño en una tienda de dulces; no se puede llevar todos los dulces (bueno.. si, si puede, pero le saldrían caries y se volvería gordo y los demás niños se burlarían de él... Aunque las películas no engordan, pero sí las palomitas.... Bah, no me gustan las palomitas, me dan sed y se me meten entre los dientes y luego tengo que tomar refresco y me da mas sed y me preocupo más por sacar el pedazo de palomita e ir por más refresco que por ver la película... Ok ya, demasiadas divagaciones, esto se parece a Ulises)

Así que me di a la tarea de seleccionar las que me parecieron las mejores películas y las que mi horario me permitia ver, pues había muchas que se empalmaban (parecía como cuando hago mi horario de la prepa...). Le di preferencia a aquellas películas que tal ves resulte difícil volver a ver o aquellas en donde los realizadores estarán presentes... O a las que, sencillamente y de una manera tiránica, escogí monárquicamente basándome en la cosmogonía del ácido desoxirribonucleico.

Así que, sin mas rollo aquí está: