¿Que es México? ¿Qué es lo que hace a México diferente? ¿Que es lo que más se admira de México? Y pareciera que la respuesta siempre es la misma, como un credo adentro de todos los mexicanos. Todos responden lo mismo y hablan de ello hasta el cansancio: lo que en verdad representa a México, y por lo que vale la pena quererle, es por la comida, los colores y la música. Dicha respuesta me molesta profundamente.
Entonces, si no me gusta la comida mexicana o si, por alguna razón de salud o del destino, no pudiera comerla ¿eso me haría menos mexicano? Si acaso me quedara ciego y no pudiera ver los colores, ni la arquitectura, ni los paisajes ¿no valdría la pena seguir queriendo a este país? Si por alguna razón me quedara sordo y no pudiera escuchar el mariachi ni los boleros ni el himno nacional ¿ya no valdría la pena seguir viviendo en esta nación? Incluso se admira de los mexicanos su festividad y su alegría (que no es lo mismo que felicidad). Pero, si soy una persona mas bien tranquila a quien le gusta la quietud y el silencio, entonces ¿vivir en México se convertirá en un fastidio para el alma, en tener que soportar el ruido y desear vivir lejos?
Pareciera, pues, que las cualidades de México se resumen en un amasijo de hedonismo. Una catarsis de los sentidos. Una exaltación del placer a corto plazo. Es entonces que dichas cualidades se vuelven superficiales y débiles. Las virtudes deben dirigirse al espíritu y no a los sentidos, ya que así se vuelvan fuertes y perennes. Se impide, entonces, que se derrumben frente a los caprichos del placer de los sentidos.
Tal vez no sean precisamente la comida, la música ni los colores los factores que me molestan de la respuesta antes mencionada si no el enfoque que se les da. No es lo mismo decir que fue la pasión y dedicación de unas monjas poblanas lo que creó el manjar de los chiles en nogada a decir "que buenos están los chiles", ni decir que fue la diligencia y las agallas de los pobladores de este país quienes conquistaron terrenos tan adversos como desiertos, selvas y montañas a decir que México tiene bonitos paisajes.
Pude parecer que no exista diferencia entre estas expresiones y que la necedad de señalarlas se deban a la paranoia del autor. Pero las diferencias existen. Vale la pena señalarlas y analizarlas, pues las virtudes que describan e inspiren a toda una nación no se pueden dejar al azar. Habrá, entonces, que procurar los hábitos que conduzcan a una vida noble y carente de vicios.
Y que los mexicanos, al descubrir tales virtudes que inspiren al espíritu y a la imaginación, puedan atreverse a crear avances en favor de ellos y de toda la humanidad. Que con este poder creativo y fuerza de voluntad se acerquen ellos mismos a la gloria y a la verdadera felicidad. Que sientan la profunda libertad y el absoluto agradecimiento de haber nacido donde lo hicieron. Y que puedan regresar a sus virtudes fundamentales cuando necesiten inspiración. Pero para que esto suceda, la fuente del poder creativo de los mexicanos debe estar claramente identificado.
Y es que pareciera como si a México le asustara su propia gloria. Que no se atreviera a ser tan grande como pudiera ser. Por eso se procura hablar lo menos posible de los logros, se ataca al sobresaliente y se critica al virtuoso. Por supuesto que han existido en México personas excepcionales que han contribuido al desarrollo de su nación y del mundo entero. Pero han sido eso: excepciones. Un país no puede crecer a base de excepciones. Debe ser un sentimiento compartido, una fuerza que guíe y clarifique las ideas; un sendero que marque el camino para que los mexicanos lleguen a ser tan grandes como deseen serlo.
La razón (pero sobre todo, la costumbre) me llevaría a hablar de las cualidades de tal o cual país, sin embargo, no pretendo comparar a México con otra nación. No soy tan vanidoso como para pensar que conozco y comprendo las virtudes, costumbres y problemas de otro país que no sea el mio. Sin embargo, tengo una idea clara, proveniente de lo que mi espíritu y mi razón me dictan, del tipo de país en el que me gustaría que México se convirtiera.
Un México con gente que haga las cosas. Pero sobre todo, que encuentren sentido y realización en el trabajo. En mejorarse tanto ellos mismos como al lugar en el que habitan. Donde se procure cultivar la mente y el espíritu sobre los burdos y futiles placeres de los sentidos. Un México que cambie de los discursos y las habladurías hipócritas a la voluntad, la pasión y el optimismo. Un México que valla del grito al hecho.
No me mal interpreten. Me encanta vivir en México. Sobretodo porque es un país en donde hay muchas cosas por hacer. ¿Que merito habría en vivir en un lugar que ya lo tiene todo? Es la lucha por cambiar las cosas y ser mejores lo que dignifica al ser humano. Muchas personas sueñan con irse y vivir en un país que lo tenga todo. Donde se viva tranquilo. Yo no; alguien tiene que quedarse y tratar de mejorar las cosas. No es cuestión de suerte el haber nacido aquí; sería indigno irse sin siquiera haber luchado.
Viva México. Que viva pues. Es nuestro deber darle vida.
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