martes, 29 de marzo de 2011

Kubrick fue monumental




Vuelve Fito a mi, como cuando tenía 15 años. Y yo me acuerdo que mi vida era el cine y los libros. El cine, entonces, se presentaba ante mi como un torrente de sabiduría, de emociones, de alegría. Como un mar de colores e historias. De cosas que yo no sabía, y descubrí. La ingenua emoción de ver películas muy gruesas, muy crudas. Con leyendas urbanas de tener escenas reales de muertes, o de que salía algún fantasma, o de que quien la veía se volvía loco y anarquista. Tantas pelis y tan poca vida... Yo creo que, si dios es bueno, va a tener una sala de cine en el cielo, para alcanzar a ver lo que no vio uno. Y yo pensaba que a través del cine podía vivir mil vidas. Y era sobre todo la maestría de Kubrick, la perfección de Kubrick, las agallas de Kubrick. Y luego Greenaway, y Lynch... y alegrarme que las personas pudieran hacer tan buenas cosas. Estudiar cine a los 13 años, ante la mirada incrédula de mis compañeros veinteañeros.

A mi me gusta el cine porque creo que es el arte mas holista. Porque en una película se dan cita la literatura, la música, el teatro, la fotografía, las artes plásticas... porque en ese Big Bang de creatividad he experimentado lo más cercano a la felicidad verdadera.

Y maravillarme cuando me enteraba que había una película que le había cambiado la vida a alguien, que le había hecho reir, que le había hecho llorar.


Y fue entonces cuando entendí que yo también quería cambiar la vida de alguien.

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